domingo, 29 de octubre de 2023

OSSOBUCO CON HOJALDRE

Un día de estos, mientras paseaba por un mercado de A Coruña, el bloguero "El Sexagenario" oyó, delante del puesto de un carnicero, a un cliente que pedía el mejor pedazo de carne.  


-En mi establecimiento- respondió el Sr. carnicero, cada pedazo de carne es la mejor. No podrás encontrar uno solo que no lo sea. 

La respuesta del carnicero hizo pensar al Sexagenario el cómo sería posible adivinar qué parte de cada animal "comestible" sería la más sabrosa, la más exquisita, la que sorprendiera su paladar que, por lo que se intuía, permanecía adormecido desde los lejanos años sesenta del siglo pasado. En aquellos años, previos al mayo aquel famoso y revolucionario, nadie, o casi nadie, se salía del guión en cuestión de menús populares de fiesta, o sea: espárragos dos salsas, merluza a la romana, carne asada, o cordero, y ¿de postre?, el clásico flan, pero que sea de huevo ¿eh?. Bueno, para los mayores estaba la tarta al whisky, que venía a ser la Contesa de entonces regada con aún un incipiente y joven DYC.

En aquellos años yeyes, además de aprender a bailar el twist, era imprescindible saber hacer la salsa rosa, por lo de los espárragos, y sabíamos mejor cómo se hacía: mayonesa, un poco de kétchup, zumo de limón, zumo de naranja y un poco de coñac, que los nombres de los ministros tecnócratas, componentes del gobierno de turno.

Si mal no recuerdo, estos días leí por ahí, que estamos a punto de celebrar el 60 aniversario del invento del siglo en cuanto a comer fuera de casa la gente corriente como yo. En el año 1964 se creó, a "petición del ministro Manuel Fraga" el popular menú turístico que fue el predecesor del menú de la casa que, más tarde, en 1981, pasaría a llamarse "menú del día".

Fueron tiempos en dónde los bares se llamaban cafeterías y los restaurantes (restaurant) no se clasificaban por el número de tenedores, si no que eran del lujo, primera, segunda, tercera y cuarta categoría y, según su rango, estaban obligados a incluir en la carta vinos de primera categoría, todo ello traducido a un perfecto inglés y francés. El pan y el agua siempre estaban incluidos en el precio, aunque estos nunca debían superar las 250 pesetas (1,5€) los de lujo, y las 170, 90, 60, y 50 pesetas (desde 1 € a 0,30 €) en las categorías subsiguientes.

En estos bares-cafetería, los pudientes y/o hacendados podían elegir un plato combinado a la carta y, para la tropa, o sea, los menos pudientes, el combinado turístico

Los platos combinados, esa innovación que vivimos los de mi generación en el tema del ¿mal comer?, a veces, nos traía de cabeza, 



y tú, ibas de innovador y decías: me pone, por favor, el nº 4, pero en vez de las croquetas, un huevo frito, y en vez de la hamburguesa, un escalope, ¡pero chaval! eso es el nº 5.... 


en fín, que con el tiempo, aprendimos, por lo menos, a que lo qué pedíamos resultara bonito.

Años más tarde, las comidas de fiesta, o de boda, evolucionaron y 




nos tuvimos que acostumbrar, la gente de a pie como yo, a nuevos nombres, incluso los vinagres pasaron a ser de Módena, las  cebollas ya no son la chata de Miño, as patacas de cedo ..... en fin, tiempos duros los que pasamos, cuándo el camarero te elegía a ti para catar el vino y te recomendaba para comer: mero al horno con costra crujiente a la Provenzal sobre tallarines de chipirón y chalota caramelizada; yo, sin tiempo para pensar, ponía cara de entendido, me venía  arriba, y le contestaba: "estupendo, gracias" pero me decía para mis adentros: ¡Dios mío, que sea lo que Dios quiera!
Toda esa época ya pasó, ahora, antes de comer por ahí, miras en el Internet y vas sobre aviso, incluso en casa. Hoy, precisamente, buscando en la red de redes, he encontrado esta receta, ahí va:

OSSOBUCO CON HOJALDRE

Según el carnicero del mercado, todos los cortes son de primera calidad pero, es que a veces, yo no soy capaz de situarlos en el cuerpo de bovino y, además, contando con que según el lugar o región, así se les llama. Después de buscarlo por dos carnicerías, a la tercera lo encontré, la más próxima, la del super de cercanías, en el Familia de Perillo, parece ser que no es habitual tener ese corte en las cámaras.

para comenzar, un trozo de carne de +/- 200 gr. y un hueso, son suficientes para preparar un caldo de carne en una olla rápida o a presión, aunque cada día son más escasos los huesos de caña.

la masa de hojaldre está bien de precio, 2,1 € comprando una Ud., la mitad de precio si compras la segunda.

el corte del jarrete según leí, recomiendan que debe de ser de unos tres centímetros. Buen producto y buenos profesionales en la carnicería de este super. 


imprescindible darle unos cortes a la piel que envuelve los trozos para evitar que se retuerzan y se deshagan las piezas de carne al sellarlas. 

preparo dos o tres zanahorias, dos cebollas, un par de puerros y dos o tres dientes de ajo.


que sofrío en abundante aove, sin olvidarme de salpimentar

agrego un par de tomates en trozos, sin piel


añado un buen vaso de vino tinto y cocino unos minutos. Leí alguna receta que otra, y algunos optan por el vino blanco. A mí me gusta más el tinto, por el color y el cuerpo que le da a la fritada y, además, siempre quedan un par de copitas o tres para el aperitivo, es lo que se ahorra uno....


enharino los trozos de carne y los sello, bien en una sartén, bien ya en la tartera que se va a cocinar.


cuando ya están cocinadas las verduras y el vino ha reducido


añado el caldo de carne para que se mezcle todo y se cocine un rato antes de agregarlo a la tartera con la carne que, previamente, he salado

ahora solo resta cocinarla durante hora y media a fuego medio 

antes de añadir guisantes y pimiento rojo en trozos

y así queda, amigos, después de esas casi dos horas cocinándose ¿qué hago ahora? ¿he?

ahora extiendo la masa de hojaldre


paso la carne de la tartera a una de barro, apta para horno que, previamente he calentado un poco

coloco la masa de hojaldre a modo de tapa

y para dentro, para el horno, +/- 20 minutos a 170 - 180 ºC

 (olvidé pintar el hojaldre con huevo batido)

pero sí la pinché para dejar salir los vapores, y así quedó, chuli ¿verdad?


Esto es el plato final, en esta ocasión hice un puré de patatas en vez del clásico arroz en blanco o rissoto, como mandas los cánones italianos, pero me gusta más emparejar el puré con el hojaldre.



¿Y la carne? exquisita, como cualquier plato cocinado durante dos horas; el puré? como siempre, un huevo, una nuez de mantequilla y un chorrito de leche, hace que nunca falle. Y el hojaldre? chuli y distinto. Volveré a hacer este plato.
Nada más, amigo, este plato, como otros muchos publicados en este mi blog, es fácil de hacer para nosotros, los jubilados septuagenarios, capaz de sorprender en cualquier txoko vasco o casa de reunión de larpeiros gallegos. 
Y ahora, sin más, ríndete, no tienes escapatoria, ¿no sientes mis brazos rodeándote a modo de abracito? pues eso, un abracito

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